Hay que proteger el periodismo dominicano. Porque siempre ha jugado un papel de primer orden en la conquista y preservación de las libertades públicas y los derechos democráticos igual que ha sido un defensor destacado de la soberanía nacional en todas sus manifestaciones. Ha aportado mártires en esas batallas.
Y no se trata sólo del trabajo de periodistas políticamente ubicados en el progresismo o en la izquierda, porque hay periodistas que se consideran, o han sido considerados, de derecha, y han participado en la primera fila en la conquista y defensa de aquellos.
Más, se debe reconocer que la oposición al régimen político, gobierne quien gobierne, la está haciendo el periodismo, por el mal momento del partidismo dominicano en la confianza del pueblo, y porque en los medios de comunicación de mayor aceptación del público hay comunicadores veteranos y jóvenes con formación intelectual y convicciones democráticas.
Todo esto debe ser protegido. Protegido de la represión, provenga de donde provenga. Pero protegido también, de una práctica periodística que se refugia en los méritos bien ganados del periodismo para agredir honras ajenas y militancias políticas adversas, y hasta para canalizar enemistades personales.
Hay nombres en nuestro periodismo que se hicieron emblemáticos abriendo trochas para la libertad de expresión y que siguen en esa trinchera, hombres y mujeres con los que uno se ha formado opinión sobre asuntos diversos, y hasta aprendido algo en el escribir, que destacan en el periodismo crítico- responsable, y que en mi opinión es urgente inicien una cruzada para protegerlo.
El periodismo crítico- responsable es una garantía de que el castigo a lo mal hecho, así en la esfera pública como en la privada, se convierta en demanda colectiva y termine en la justicia. Mismo que lo es en la perspectiva positiva de que todo en la vida nacional pueda ser mejorado.
Pero si sigue tomando cuerpo el periodismo de palabra aleve, que no tiene fronteras ni reparos para dañar honras ajenas y desorientar, entonces desacreditará y consecuentemente se perderá el periodismo crítico- responsable que, dicho sea tantas veces como sea necesario, ha sido un recurso vital para la democracia y la soberanía.
