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Fidias David Cuevas Fidias David Cuevas Author
Title: Las elecciones y las llagas sobre nuestra piel
Author: Fidias David Cuevas
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Si evaluamos objetivamente esta campaña electoral, si la queremos caracterizar, ella se constituyó en el punto de inflexión del homo homin...

Blog detalleSi evaluamos objetivamente esta campaña electoral, si la queremos caracterizar, ella se constituyó en el punto de inflexión del homo homini lupus, donde el lobo se come a sus congéneres.  Las deformaciones mediáticas y con ella, la violencia simbólica, se convirtieron en el eje principal de esta campaña, a través de una guerra terrible de manipulaciones, mentiras, tergiversaciones, distorsiones y una enormidad de sesgos.
El pluralismo efectivo y el deseo irrefrenable de que esta campaña se convirtiera en un espacio de una democracia vivida en la diversidad, no encontró eco en los principales actores políticos, sobre todo en los dos más grandes.
Muy por el contrario, los insultos, las descalificaciones y las profusas campañas negativas y sucias, constituyeron el norte y guía de la misma. Más que unas elecciones y una campaña, parecería que estábamos en presencia de un verdadero espectáculo electoral, cuya fragilidad institucional era ostensible. La mercantilización de la noticia opinada ha sido terrible. No ha habido límites ni fronteras entre la realidad, la imagen, la percepción y reflejo.
Si valoráramos esta campaña, estas elecciones, a la luz de lo que significa la democracia, no en comparación con otros países como Chile, Costa Rica; sino en función de nuestra propia Constitución, llegaríamos a la conclusión de que la misma no solo obvió la legalidad en que se cimienta el órgano electoral; al mismo tiempo, perdería su legitimidad, al vulnerarse de manera abusiva, grosera y dantesca varios artículos de la Constitución (211, 212, 238, 142, 242).  En Dominicana, en esencia, no existe una verdadera competencia electoral, pues la igualdad y la equidad en todas sus formas y manifestaciones brillaron por su ausencia.
Un descomunal uso de los recursos del Estado y un Presidente que en el discurso frasea de manera moderna, pero que en la práctica ha resultado más atrasado que Joaquín Balaguer; reconociendo el contexto político y social en el que este último se desarrolló y el escenario geopolítico prevaleciente en su tiempo.
Sin embargo, más allá del pesimismo del silencio, cobra cuerpo en medio de esta evaluación objetiva, la necesaria subjetividad que acompaña a todo sujeto y, ésta no es más que un optimismo que se siente y percibe mas allá de los resultados electorales.
Ese optimismo nos dice a nosotros que después de las elecciones el país sigue ahí, pero no seguirá igual.  No será igual, pues a partir de Agosto, más allá de las agendas que puedan tener los nuevos protagonistas políticos; lo cierto es que en medio de este espectáculo de la campaña, por su duración, una constelación de hombres y mujeres han internalizado de que la sociedad no puede seguir así.  De que un cambio profundo amerita la sociedad en la forma en cómo se han venido haciendo las cosas en Dominicana.
Más allá de legitimar y santificar estos rituales electorales, una parte significativa de la sociedad cree que una línea de esperanzas y utopías se deberán de cristalizar, pues de una cosa estamos ciertos, no se puede seguir abusando de la paciencia de amplios sectores de la sociedad que hoy se encuentran marginados, excluidos.  Esa pobreza, esa miseria, que constituyen en esencia una violencia endémica en nuestra sociedad, penden como una bomba social.
Creemos que la sociedad, a través de un conjunto de instituciones, pudo articular la necesaria agenda social institucional que se hace inexorable a partir de un nuevo contexto, donde una nueva recomposición del poder se perfila, independientemente de quien gane.  El nuevo incumbente de la silla Presidencial no podrá seguir teniendo una agenda oculta a la sociedad, ni seguir gastando en función de sus sueños, divorciados en las prioridades y de la calidad en las inversiones.  Esta forma de actuar, de espaldas a las necesidades de un pueblo llegó a su final y la asunción al imperio de la Ley – es un punto sin retorno.
El optimismo crítico encuentra así su banda ancha en la que se sumerge, para muchos en nuevas aguas, más cristalinas, por necesidad imperiosa de la clase dirigente. Si ello no es así, nos encontraremos en los próximos años, a mediano plazo, con grandes monumentos sociales que resguardaban a la partidocracia dominicana. La casta política que se desarrolló en los últimos 8 años no podrá manejarse bajo el mismo amparo en impunidad y corrupción que se ha caracterizado en ese tiempo. Recomposición y realidad, así lo señalan.
En estas elecciones todos los candidatos han llegado a la saludable conclusión de que urge un estado de civilidad, donde no pueda seguir prevaleciendo tanta desigualdad social, tanta pobreza y con una educación tan pírrica como la que exhibimos actualmente hemos comprendido que puede ser progresista ni mucho menos moderno, un presidente que acepte este estatus de cosas como algo inevitable. La ciudadanía contestataria, comprometida crece cada día más y se rebela contra este anacronismo, contra estas injusticias, sabedores de que para que otros vivan bien, no tienen que morir tantas personas.
Consideramos que estas elecciones, en medio del espectáculo tan largo y deprimente, nos deja, a la fuerza de opinar y rupturar el silencio, el miedo y la huida; el triunfo contra la monopolización de la “verdad”, la fuerza que se mueve por imponer un pensamiento único o una fuerza partidista que nos quiera convertir en una camisa de fuerza uniforme y con una homogeneidad catecúmena, sin comprender el signo de los tiempos, que no es otro que: la libertad, la justicia y el compromiso con una democracia.
Estas elecciones y su final nos hablan de nuevas esperanzas, de nuevas expectativas - y sobre todo- más que ellos, en cómo los ciudadanos internalizan cada vez más su lucha por sus DERECHOS. Más que las sombras que nos acechan por el poder material en todas sus manifestaciones, creadores de miedos y autocensuras, lo que importa aquí es cómo se han ido desarticulando tanto las redes sociales del autoritarismo moderno.
No hay camino en este trayecto para el pesimismo del silencio; en cambio, el optimismo inteligente se anidan en nuestros corazones, en nuestras pasiones, como fragua que emerge para construir una antorcha en medio del arcoíris, para forjar ese futuro que anhelamos que ya es presente, para no seguir envileciendo a más generaciones. La acción es colectiva y espera por ti y por mí, no importa en qué radar te encuentres.
¡Una ética política es necesaria, que levante los brazos en armonía con los ojos, antesala de mejores decisiones; nada puede ocurrir como hasta ahora!

809-454-5500

 
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