DE: ACENTO.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El simbolismo adquiere en ocasiones valor superior a la materialidad. Los teóricos de la palabra lo admiten. La representación simbólica de un acontecimiento tiene más poder que todos los discursos reunidos en un volumen enciclopédico.
Es lo que está pasando con la Junta Central Electoral, que debe proceder a proclamar oficialmente a los candidatos electos en las elecciones presidenciales del 20 de mayo pasado, pero que pasa por un momento de angustia, no por el resultado electoral, que ya se conoce, sino por la dimensión simbólica del hallazgo de una bolsa llena de heces fecales en el ascensor ejecutivo de los miembros superiores de la Junta Central Electoral.
El presidente de la JCE, Roberto Rosario, no quiere hablar del tema. Ayer los periodistas hicieron esfuerzos extraordinarios para sacar algunas palabras a Rosario sobre el tema del hallazgo, pero su silencio permanece.
Reporteros de amplia experiencia en la JCE, como Loyda Peña del diario Hoy, lo dejan claro. Ella fue la primera que se enteró del hallazgo, pero se guardó la información para “dar el palo” en el diario matutino para el que labora al día siguiente. No fue posible: dos reporteros más recibieron la información y la lanzaron en la red, y así fue conocida.
La Junta Central Electoral ha emprendido una investigación de inteligencia, para determinar la procedencia del “regalo” fétido. En primer lugar las dudas enfocaron a los periodistas, lo que fue rápidamente descartado. Sin que se haya ofrecido una versión aún de lo que se investiga, a instancias de Roberto Rosario la JCE sigue escarbando.
Ahora se ha puesto la mira sobre los militares responsables de la seguridad del organismo responsable de la organización de las elecciones.
Se investiga en este momento a seis miembros del Ejército Nacional, tomando en cuenta que eran los militares los que dejaban entrar o salir por ese ascensor. Loyda Peña dice que “los seis militares estuvieron de castigo hasta las 4:00 de la tarde del miércoles en el parqueo de los magistrados, “sin comer ni beber”, hasta que se supiera cuál de ellos fue el autor de tan bochornoso acto. Se dijo que uno de ellos fue inculpado del hecho, pero no se reveló nombre”.
Mientras tanto, en un hecho insólito, los empleados de la Junta Central Electoral recibieron la orden de no hablar del tema de la “caca” y quien viole esa disposición tendrá que atenerse a las consecuencias, incluyendo la cancelación.
Ha sido un tema que se ha colocado en los trending topics de Twitter, y que está en las demás redes sociales con insistencia y hasta con algunas ingeniosas imagénes. Hay artículos de acreditados intelectuales, como el de Pedro Cabiya en Acento, décimas como la escrita por el periodista Huchi Lora, caricaturas como las elaboradas por Harold Priego y por El Incómico, de Acento, cartas públicas, comentarios que sobre todo abundan en los medios digitales. El más crudo de los titulares fue el del periódico digital Ciudad Oriental.
“A lo interno de la JCE, sin embargo, la animadversión hacia los periodistas que se han hecho eco del insólito hecho, crece hasta el punto de atribuirlo a un “invento” de éstos, y azuzar diatribas contra éstos”, escribe Loyda Peña en el diario Hoy de este sábado.
Incluso, Peña llega a la conclusión que la JCE tiene en marcha una estrategia para sacar el tema de los medios de comunicación. Y sugiere la idea de que para “sacar el tema de los medios, se lanzó la información sobre el “hackeo” del sistema de cómputos, pero al dejar sin respuesta el tema de la “mierda”, en el sentido de si fue intencional o involuntaria, la ocurrencia se sigue batiendo como el cobre dejando su olor nauseabundo por doquier, solo a la espera de que el fin de semana lo diluya y la JCE pueda retomar su ritmo de informar sobre los resultados finales del proceso electoral”.
El delito cometido en el ascenso ejecutivo en la JCE se ha convertido en un simbolismo político y electoral.