Francisco
Alberto Caamaño cumpliría hoy 80 años en caso de que no hubiese sido asesinado
en un intento por derrocar el gobierno del doctor Joaquín Balaguer del período
1970-1974.
La
historia de este personaje contemporáneo se parece mucho a la propia historia
del pueblo dominicano. Es cierto que no es comparable la historia de un
individuo con la de una nación, pero en este caso vale por lo menos la
similitud de situaciones que pudieran colocarse en la balanza.
Son muchos los llamados anti-héroes de
la historia dominicana, comenzando por Pedro Santana, que luchó por la
independencia dominicana del dominio haitiano, pero
hizo sucumbir la nacionalidad al entregarla en forma vil y traicionera a la
corona española, un imperio con vocación de poder y de dominación, mucho más
allá que el desarrollado por los gobiernos haitianos, curtidos en la batalla
contra fuerzas colonialistas.
Y como Pedro Santana hay que mencionar
a Buenaventura Báez, a Ulises Hereaux, a Ramón Cáceres y, por supuesto, que
desempeñaron funciones de principalías, en la presidencia de la República,
forjaron parte de lo que es hoy el Estado Dominicano, y se
transformaron en dictadores o quisieron eternizarse en el ejercicio del poder,
como posteriormente lo intentó, con relativo éxito Trujillo,quien
no tuvo méritos patrióticos, pero se alzó como “un ciudadano y político
ejemplar”, como consecuencia directa del trabajo exhaustivo de los amanuenses
que se dedicaron a construir una historia familiar de fábula.
Caamaño fue hijo de un general
Trujillista, se forjó y se formó en una Policía Nacional represiva y negadora
de los derechos de los ciudadanos, participó en masacres como la de Palma Sola,
como uno de los oficiales de los llamados “cascos blancos” y no dejó de ser un
guardia a la vieja usanza hasta que le
llegó el momento de encarnarse como “alma colectiva individualizada” y
convertirse en héroe de la nacionalidad, al surgir desde su cascarón
antidemocrático y
poner el pecho, como parte del pueblo, en el puente Duarte, enfrentando a los
militares que habían roto con la constitucionalidad y decidieron ponerse de
espaldas a su pueblo.
Caamaño encarnó un sentimiento
nacional, y fue
un líder que brotó desde las entrañas del pueblo, y se hizo grande entre los
que siempre deben quedar presentes en el alma del pueblo, y
posteriormente fue proclamado presidente del pueblo en armas y realizó las
negociaciones para la finalización de la guerra, y aceptó irse del país a un
exilio que no sería fácil para él, sus compañeros y su familia.
La prueba de su decisión la tuvo el
país ocho años después, cuando retornó encabezando un movimiento guerrillero
por Playa Caracoles, con fines de derrocar al gobierno que surgió de la
intervención militar, con el doctor Balaguer a la cabeza. Caamaño
perdió la vida al lado de la mayoría de sus compañeros de la jornada militar.
Tenía apenas 41 años, como ha dicho Hamlet Hermann, uno de los guerrilleros que
le sobrevivieron y que se ha encargado de escribir la historia más completa del
coronel de abril y del líder guerrillero.
Caamaño cumpliría hoy 80 años. Hace 39
años que murió, pero el país lo recuerda con afecto y reconocimiento, porque lo
cree uno de sus héroes contemporáneos. Uno
de los héroes que comenzó su historia reprimiendo al pueblo y que la finalizó
tratando de buscarle un camino de redención. Tan distinto del trayecto de los
anti-héroes.
Con
reverencia y gratitud hoy recordamos a Caamaño, coronel de abril y líder
guerrillero. Con más luces que sombra, se encuentra en el pódium que ocupan los
que han ofrendado su vida por la libertad y la redención del pueblo dominicano.