Tenemos que otear de manera sistemática lo que se viene dando en la
sociedad dominicana, con respecto a dos monstruos que no permiten desdibujar la
corrupción: la Inmunidad
y la Impunidad. Escrutar
de manera firme ésta pésima realidad nos permitirá combatir el Estado orate que
hoy nos calcina.
Las elites políticas y
empresariales están osificadas, lo que los lleva a tener una falta de
compromiso genuino con la democracia; en donde solo piensan en sus intereses corporativos más allá del
concierto de la sociedad. No hay nada más penoso y triste para una sociedad que
la corrupción; sin embargo, la
Inmunidad y la
Impunidad constituyen el río caudaloso que le permite a ésta
navegar sin tropiezos en una lancha especial. La Impunidad es la ausencia
de castigos. La Inmunidad
es una imperfección, una deficiencia, una lacra institucional que crea
personajes más allá de todo mecanismo institucional.
La categoría Inmunidad, desde la perspectiva sociológica, sugiere que ésta
significa una profundización en el daño en detrimento del cuerpo social. La Impunidad , como dijera
una vez Baltazar Garzón, es “la madre de la prepotencia”. Para nosotros, la
Inmunidad es el
arquetipo del poder corrupto, del poder distorsionado, del poder
sobredimensionado; más allá del armazón legal en que descansa el Estado. La Inmunidad , es por
decirlo así, la pontífice de la alteridad, del amodorramiento de una sociedad.
La corrupción es putrefacción. Es un reflejo del grado de descomposición de
una sociedad. Sin embargo, ésta puede originarse por causas biológicas,
psicológicas y sociológicas. En cambio, la Inmunidad y la Impunidad expresan el contenido real del alcance
institucional y de la internalización del comportamiento ético/moral de los
actores involucrados. La banalización con que se aborda la problemática de
la corrupción en Dominicana lo recrea todo, en el campo del Capital Social y de
la Identidad
cultural.
Desde 1996 el Estado dominicano con el apoyo de organismos internacionales,
realizó las más grandes y vertiginosas reformas jurídicas, en la construcción
de leyes de control y fiscalización para una mayor transparencia y rendición de
cuentas. Una verdadera plataforma legal. Encontramos: Ley Orgánica del
Presupuesto; la Ley
de Compras y Contrataciones Públicas; la
Ley de Libre Acceso a la Información Pública ;
la Ley de
Contraloría; la Ley
de Crédito Público; la
Dirección General de Impuestos Internos; la Ley de Función Pública; la Ley del Sistema de Gestión
Financiera; La Estrategia Nacional
de Desarrollo; la Ley
de Inversión Pública; los Ministerios de Planificación, Economía y Desarrollo y
de Hacienda.
En ese interregno de las plataformas legales es que más creció la
corrupción desde la fundación del Estado dominicano en el 1844. Las reglas
institucionales son necesarias, pero no suficientes; sobre todo, cuando impera la Inmunidad y la Impunidad ; cuando los
individuos actúan por encima del aparato del Estado y de la sociedad.
¿Por qué creció tanto la corrupción en el espacio 2004-2012? En un país
pequeño, todo el mundo se conoce y por el efecto de contagio y la ostentación
de los pioneros, los demás, sabedores de que no les iba a pasar nada,
democratizaron y expandieron la corrupción, dado que los mecanismos de control
social estaban ausentes y, en consecuencia, la Inmunidad y la Impunidad invitaban a
seguir ese flagelo que se constituyó en nuestro tejido social en un fenómeno
social, porque afecta a los ciudadanos, sobre todo, a los más vulnerables que
representan el 75% de la población.
La corrupción es a la
sociedad lo que el cáncer significa para el cuerpo humano. La Inmunidad y la Impunidad son el mal de
Parkinson y el Alzheimer en el cuerpo social dominicano. Como nos decía Joseph
Conrad: “Es extraordinario como pasamos
por la vida con los ojos entrecerrados, los oídos entorpecidos, los
pensamientos aletargados”
Si en 1996 el entonces candidato a la presidencia Leonel Fernández señalaba
que la corrupción significaba RD$30,000 Millones de Pesos, para entonces el
presupuesto de ese año fue de RD$24,297,446 y el ejecutado de RD$24,722
Millones, para un 102%. Hoy, el presupuesto es de RD$613,000 Mil Millones de
Pesos, trescientas veces más con respecto al 1996.
Tenemos que desentronizar esta triada tan terrible
(Corrupción+Impunidad+Inmunidad); que nos hace menos seres humanos y que genera
un Capital Social negativo y menos Cohesión Social, afectando nuestra calidad
de vida y el bienestar de cada uno de nosotros.