Por Cándido Mercedes
“Vuelta a sí mismo, no al que fue ni al
pasado: al ahora. El ahora: antes de la separación, con tez del falso o
verdadero, real o ilusorio, bonito o feo, bueno o malo. Todos vimos alguna
vez el mundo con esa mirada anterior pero perdimos el secreto. Hemos perdido el
poder que une al que mira con aquello que mira, la contemplación de la otredad
(La otra vida) en el mundo de todos los días”.
Octavio Paz
El
liderazgo es como una especie de luz, ilumina, crea el necesario espacio para
alcanzar con su energía, potencializada, los elementos concurrentes que hacen
posible alcanzar las metas y objetivos de una sociedad, de una organización.
Hoy
día, el matiz caracterizador que dibuja la distinción medular de una
organización es: el Liderazgo. El líder visionario, capaz, creador de valores,
soñador e innovador.
Hoy
día no basta ser profesional, contador, administrador, no llegaríamos a la cima
y seríamos siempre profesionales de algo y administradores de algo, y de lo que
se trata, es de ser líderes de seres humanos; seres humanos que con sus
energías emprenden objetivos que le dan contenidos esenciales a su existencia.
Un
liderazgo que trilla una razón de ser, una razón de existir, una singularidad,
que genera lo que somos y por lo que vivimos. De ahí que dentro del conjunto de
características que debemos de bosquejar en un líder, se encuentran: Dispuesto
a aprender; Ético; Disponible; Decidido; Enérgico; Confiable; Sensato; Modesto;
Apasionado; Agradable.
Los líderes son los que hacen
que las cosas sucedan. “Las organizaciones brillan o se apagan dependiendo de la forma en que
las personas se tratan unas a otras, de cómo trabajan en conjunto y de cómo sus
actividades se relacionan entre sí”.
Como
denota Philip B. Crosby “Las relaciones son personales. Los sistemas, los
procesos valen de poco. Lo que importa, lo fundamental es el tono en que se
tratan unos a otros. Todo gira alrededor de la empatía – o la falta de ella –
que proyectan”.
De
ahí que los líderes tienen que llevar
acciones catalizadoras, mecanismos catalizadores que permitan operativizar la
necesaria instrumentalización para que las relaciones sean participativas y se
refieran en el día a día. Liderazgo es pues, acción, reflexión, energía,
visión, propósito y sobre todo, un profundo soñar para cambiar, para ser
flexibles, para entender que la historia es historia, cuando juntos podemos
aunar esfuerzos para hacer cosas diferentes día a día.
Aquí
en la sociedad dominicana, la élite de la sociedad civil y una parte de la
sociedad política plantean la necesidad de terminar y profundizar las reformas
económicas y estructurales de la sociedad dominicana.
Hay,
si se quiere, gran consenso de que los dominicanos no podemos seguir actuando
de manera reactiva; que necesitamos en el siglo XXI, líderes que hagan que las
cosas sucedan, que actúen de manera proactiva y en consecuencia conduzcan,
pauten y generen los cambios necesarios en los diferentes estadios societales.
Es
innegable y al mismo tiempo impostergable, la necesidad de reformas económicas
y estructurales. Empero, ellas no bastan per se; se requiere un gran
eslabón; precisamos un gran arco
articulador que solidifique las reformas económicas y estructurales con la
misión de la sociedad dominicana.
Los
dominicanos requerimos definir o redefinir nuestra cultura, los valores y la
visión, así como las políticas con que vamos a actuar.
Se
trata pues, de configurar en términos estratégicos las pautas y perfiles del
tipo de persona que ameritamos en función de los cambios que inexorablemente
vendrán. En otras palabras, las reformas económicas, ya sea a corto, mediano o
largo plazo, sin aunarse, sin adicionarse a la cultura organizacional; traería
consigo crecimiento, modernización, empero, nunca modernidad, progreso y
desarrollo. Sería enteramente un cuerpo amorfo.
LA CULTURA: Es el conjunto de presunciones básicas que desarrolla un grupo dado a
medida que va aprendiendo a enfrentarse con sus problemas de adaptación externa
e integración interna. Es la creencia, los hechos, contactos y pensamientos que
orientan siempre las actitudes y los comportamientos de una sociedad o un grupo
determinado.
LOS VALORES: Son ideas generales que guían el pensamiento y la acción de los
individuos en una sociedad. Es ineludible que los valores que ameritamos sean
socializados de manera uniforme a todo el tejido de la sociedad
independientemente del estrato social. Es lo que hace posible la verdadera
identificación nacional. Es lo que permea y recrea que más allá del color, la
religión, el partido político, etc., pensemos como dominicanos a partir de un
conjunto de valores que se bosquejan en los elementos puntuales, para poder
desarrollarnos como tales.
LA VISIÓN: Es la forma de cómo vamos a visualizar la sociedad en el futuro. Es por
así decirlo, el sueño que nos hemos propuesto los dominicanos y que ha de guiar
nuestras acciones. Al integrarla y tener la voluntad de realizarla, nos
permitirá facilitar la definición de metas comunes y evitar en consecuencia
tantos conflictos disfuncionales que drenan las energías positivas.
LA MISIÓN: Es la función de la sociedad en su sentido más amplio, tanto en el
presente como en el futuro, su razón de ser y de existir.
Si la misión de la sociedad
dominicana es la soberanía política, la prosperidad económica y el desarrollo
social, debemos de crear políticas, objetivos, estrategias, ritos y costumbres
que faciliten, que guíen, generen y homologuen a los individuos en la sociedad.
Es
decir, si la cultura es a la sociedad lo que la personalidad al individuo, se
requiere de un conjunto de acciones, donde individuo y colectividad sean la
expresión de un mismo escenario.
Para
la prosperidad económica y el desarrollo social como misión, se requiere de
valores que generen en los individuos: la solidaridad, el espíritu de servicio,
la honestidad, la honradez, la comprensión de la equidad, de la austeridad, el
pensar a largo plazo, la pasión y el orgullo por el trabajo bien hecho, el
romper con el individualismo y propiciar la responsabilidad y el trabajo en equipo,
la mentalidad flexible, el equilibrio, el saber negociar.
Es la necesidad de una ética
aplicada a todo el tejido de la sociedad, donde líderes y seguidores hablemos
el mismo lenguaje, creando el hilo conductor que pueden establecer una
verdadera y eficaz AGENDA NACIONAL.
La
ética, entendida cuando tomamos decisiones, que objetivamos el impacto de la
misma en el entorno, asumiendo la plenitud, la responsabilidad social.
Todo
profesional, como señala Cayetano Lisiarlo, es por naturaleza un dirigente
social. En tanto que dirigente social, se crean expectativas sobre nuestras
acciones. Esas acciones serán positivas o negativas. Éticas y no éticas.
La
Ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de hombres en sociedad, o
sea, es ciencia de una forma específica de la conducta humana. Podemos
definirla como la ciencia que fundamenta y explica las prácticas y normas
morales. Es la ciencia de la moral, es decir, de una esfera de la conducta
humana.
La
moral es el objeto de la Ética, en tanto ésta se construye como una reflexión
para el estudio de los fenómenos y normas morales de una sociedad. Ella en sí
misma es la dinámica de las acciones de los seres humanos.
De
ahí que Max Webber nos explicite la ética como el mecanismo a través del cual
nos pauta, nos establece reglas, valores que influirán de manera significativa
en la conducta humana.
La Ética modela nuestra
personalidad, en tanto ésta se refleja en el pensamiento, en la forma de
nuestra afectividad, en la manera de afrontar la realidad y las consecuencias
de los hechos. Los seres humanos en nuestras acciones y decisiones generamos una
determinada conducta, tanto individual como colectiva, en un ayer, en un
presente.
Ese
comportamiento humano práctico, moral, histórico-social, y por lo tanto, sujeto
a cambio de un tiempo a otro y de una sociedad a otra, encuentra eco en los
mismos orígenes del ser humano como ser social.