Por
Cándido Mercedes
La decencia es
compostura, moderación, decoro, urbanidad, recato, modestia, dignidad,
integridad, honestidad. El diccionario esencial de la lengua española nos dice
que la decencia es “Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado
o calidad de las personas”. En este
insondable darwinismo político que se verifica en la sociedad dominicana, la decencia
no aparece, no tiene eco ni retumba en el espacio que crea el necesario puente
para cristalizar una colectividad más sostenible.
Prevalece un darwinismo
político sin recelo, sin reparo ni remilgo, sin el más mínimo escrúpulo. La confección
de las listas exhibidas en la semana anterior pone en evidencia la profunda debilidad
institucional, la carencia de pudor y de profesionalidad de aquellos que se
“prestaron” profesionalmente a la socialización de las mismas. Más allá del Scotland
Yard, de la KGB, de la CIA, del FBI, de Sherlock Holmes, lo importante es
preguntarse a quién benefician las mismas. Odebrecht aceptó haber dado sobornos
desde marzo del 2001 al 2014. ¿Abarcan esas listas ese período? ¿Quiénes las
divulgaron? Por las personas que primero las socializaron, nos indican que
alguien muy cerca del poder actual “filtró”, con “razones” para socavar la
preeminencia de la OFICIAL, cuando finalmente salga de la Procuraduría o de una
organización internacional.
Es que el Estado de
Derecho en República Dominicana está muy disminuido. El Estado de Derecho, en
este caso, la delincuencia, la corrupción y la problemática de la Justicia. La
delincuencia como la corrupción afecta de manera meridiana elementos nodales,
claves de la democracia y del Sistema democrático. Socavan la legitimidad
política de las instituciones y la necesaria confianza que ha de llevarse a cabo
entre los distintos actores sociales y políticos. La confianza en una sociedad democrática, constituye el mejor pincel en
la construcción de un Capital Social positivo.
Cuando
la inseguridad se acuna y comienza a ganar las calles en el tejido social, el
Estado de Derecho va quedando diezmado dado que el comportamiento desviado
producido por ésta va generando, de manera negativa, menor tolerancia en la
diversidad de las relaciones, de las interactuaciones sociales, menor
legitimidad de las instituciones políticas y menor grado de vinculación interpersonal.
Recientemente la
Organización Mundial de La Salud (OMS) dio a conocer un Ranking de Tasa de
Homicidios. Nos dice que cerca de 500,000 personas mueren anualmente de
homicidios para una tasa de 6.4, esto es, por cada 100,000 habitantes. El
promedio de América Latina es de 18.6, tres veces más que el promedio mundial. América
Latina representa el 10% de la población mundial, sin embargo, cubre en la tasa
de homicidios un ¼, esto es: 25% de todos los homicidios que se dan en el
mundo. En nuestra sociedad, la tasa de homicidio es 1.62 veces más que el
promedio de la Región y 4.71 veces más que el promedio mundial.
¿Qué explica
sociológica y psicosocialmente esta pandemia de homicidios en América Latina y
en particular en el cuerpo social dominicano? Las causas culturales, con una
cultura visceralmente machista, no socializado el yo en el respeto a la
diversidad, a la diferencia, a la tolerancia; con un síndrome al autoritarismo
y al