El papa Francisco afirmó ayer que la eutanasia "es siempre ilícita" pero admitió que "es moralmente lícito renunciar a la aplicación de medios terapéuticos o suspenderlos" cuando resultan éticamente desproporcionados, informó la Santa Sede.
El papa realizó estas reflexiones en una carta enviada a los participantes del Encuentro Regional Europeo de la Asociación Médica Mundial, que se celebra desde ayer hasta este viernes en el Vaticano y que está organizado por la Academia Pontifica para la Vida.
El papa citó la Declaración sobre la eutanasia del 5 de mayo de 1980 y aseguró que "es moralmente lícito renunciar a la aplicación de medios terapéuticos o suspenderlos, cuando su empleo no corresponde a aquel criterio ético y humanístico que seguidamente será definido (como) proporcionalidad de las curaciones".
Esta elección, justificó "asume responsablemente el límite de la condición humana mortal, en el momento en el cual se toma conciencia de no poder contrastarlo más".
De esta manera, consideró, "no se quiere procurar la muerte", sino que "se acepta no poder impedirla".
"No activar medios desproporcionados o suspender su uso equivale a evitar el ensañamiento terapéutico" que tiene "un significado completamente diverso de la eutanasia, que es siempre ilícita, porque interrumpe la vida provocando la muerte", subrayó.
En su mensaje, Jorge Bergoglio celebró que en los últimos años "la medicina ha desarrollado una mayor capacidad terapéutica, que ha permitido acabar con muchas enfermedades, mejorar la salud y prolongar el tiempo de la vida".
Valoró que a la hora de atender a un paciente es necesario evaluar la "efectiva proporcionalidad" de los tratamientos que le son propuestos "en la situación concreta, renunciando cuando tal proporcionalidad sea reconocida como carente".
Además, criticó que exista cada vez más una desigualdad terapéutica que está "presente en los países más ricos donde el acceso a las curas corre el riesgo de depender más de la disponibilidad económica de las personas que de las efectivas exigencias de curación".
Finalmente, se refirió a los cuidados paliativos para justificar que si no se puede garantizar la curación de una enfermedad, se debe "cuidar siempre a la persona viviente: sin acortar nosotros su vida, pero sin ensañarse inútilmente contra su muerte".
La medicina paliativa, concluyó, es "de gran importancia también en el plano cultural, empeñándose en combatir todo lo que hace el morir más angustiante y sufrido, es decir, el dolor y la soledad".