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Fidias David Garcia cuevas Fidias David Garcia cuevas Author
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Author: Fidias David Garcia cuevas
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www.Confidias.comPoder y política: Vacío e inmovilismo Mientras en el mundo, donde impera la democracia, los Estados se rigen de acue...




www.Confidias.comPoder y política: Vacío e
inmovilismo





Mientras en el mundo, donde impera la democracia, los Estados se rigen de
acuerdo a la concepción weberiana del Poder: La Racional-Legal, que
es aquella donde predomina la legitimidad por el conjunto de normas y reglas
legalmente promulgadas y aceptadas por el conjunto de la sociedad; La Autoridad Tradicional,
del dominio del poder se vio reemplazada, que era aquella “donde el poder
legitimidador estaba basado en las pautas culturales establecidas durante mucho
tiempo”.

El Poder Carismático, la tercera categorización de Max Weber, era aquel que
reemplazaba el Poder Tradicional, merced a las cualidades que percibían los
colaboradores, seguidores y subordinados en las condiciones de un líder, al
considerar que éste poseía cualidades especiales, extraordinarias, que hacÍa
que inspirara devoción.

Desde esta perspectiva teórica de Max Weber, donde el poder es “la
posibilidad de que un hombre o una serie de hombres realicen su voluntad en una
acción de mando, incluso contra la resistencia de otros que participan en la acción”;
la sociedad se encuentra en un letargo y al mismo tiempo en un vacío. Esto es
lo que hace que vivamos patinando en el fango y caminemos lentamente en el
ritmo de la historia.

¿Por qué el vacío y con ello el inmovilismo de los demás poderes? Porque al
morir Peña Gómez, Juan Bosch y Joaquín Balaguer, que representaban los tres un
liderazgo carismático cada uno de ellos con características muy diferenciadas,
la sociedad política debió abocarse a un nuevo tipo de liderazgo más
institucional. Ello así, porque a ojos vistas no se vislumbraba en el horizonte
hombres y mujeres como ellos y porque además, la sociedad había cambiado; y,
cada época produce un determinado número de hombres y mujeres.

La sociedad urgía de un liderazgo más acorde, que trascendiera la escena de
las sociedades premodernas. Era como si tuviéramos que  dar dos saltos simultáneamente: El cambio de
la sociedad premoderna y al mismo tiempo, el cambio  del paradigma del mundo moderno y de la era
de las sociedades industriales. La sociedad de las redes, la sociedad de la
economía del conocimiento, la sociedad de las TICs, configuraba el perfil de un
liderazgo simétrico a la categorización de éste tipo de sociedad,
independientemente de las cualidades del Ejecutivo al mando. Ese tipo de
liderazgo debió descansar mayoritariamente en el Poder Institucional; en el
conjunto de normas y reglas establecidas en la sociedad; en el Racional-Legal,
de que nos hablara el celebre sociólogo alemán; con una asunción, una
internalización, que expresara una nueva cultura política, a lo largo y ancho
de todo el tejido social.

Los hombres que han dirigido el Poder Político, saben y sabían, que con la
desaparición de los tres grandes líderes, la sociedad debió construir un nuevo
pacto, donde el eje transversal y fundamental era todo el articulado
institucional, que constituyera la base primordial de la cohesión social. Solo
que, los presidentes que hemos tenido se creyeron que dirigir un Estado los
convertía en estadistas, que dirigir el Poder Ejecutivo le endosaba el carisma per
se para gobernar más allá de las reglas y de las normas. Es cierto que dirigir
el Estado flamea una lozanía, una simbología, agrega un plus; empero, no otorga
lo que no se tiene y lo que la sociedad por los cambios ha ido creando.

El presidencialismo en nuestra sociedad, es una prolongación sin sentido ni
eco verdadero del liderazgo tradicional y la ostentación de un “carisma” que no
ha existido desde el 1996 a
la fecha. Los demás poderes (económico, religioso, eclesiástico,
social-cultural); se acomodaron en diferentes dimensiones a un Poder Político
que no cubre el sentido de la existencia real del cuerpo social dominicano.

A partir del 1996 la sociedad dominicana toda, debió de irrumpir y asumir a
plenitud el IMPERIO DE LA LEY
como único mecanismo de interacción social, donde la equidad, la justicia
social el respeto a la diversidad, el respeto a las leyes, constituyeran el
pilar de legitimidad del trajinar cotidiano de la vida en sociedad.

Al no existir la otrora sociedad premoderna y con ella el liderazgo tradicional,
ni Carismático; era necesario y más que necesario, inexcusable, que el eje de dominación
se cimentara en la Autoridad,
derivada de una legitimidad cierta: El respeto a las INSTITUCIONES. Mientras más
alto ocupa un puesto más reverente tiene que ser con las normas y reglas
establecidas. En una sociedad medianamente con base institucional, nadie escapa
al imperio de la Ley,
nadie evade a la justicia. Verbigracia: Lo de Víctor Díaz Rua no fuera objeto
de discusión, de si se archiva o se abre un proceso de investigación.
Sencillamente se investiga y que los hechos, datos e informaciones recogidos
hablen y dictaminen.

El Poder y la Política
con su autarquía en nuestra sociedad, por sus acciones, lejos de igualar a los
ciudadanos en los territorios, está creando distintas categorías de ciudadanos
y con ello, generando un sedimento, una secuela, que obstruye la posibilidad de
crear más Capital Social positivo y en consecuencia, una mejor cohesión social.

Ese Poder y la Política,
por la ausencia de un liderazgo que responda a la dinámica de la complejidad
que expresa la sociedad de la Red,
que no es otro que, el respeto al Marco Regulatorio; está creando más
desigualdad, más corrupción; porque la falta de la aplicación de las reglas y
normas, confiere la configuración de un Estado “fragmentado”, en una lógica
permanente de acumulación de capital en diferentes modalidades y ritmos.

Ese Poder y la Política
permean todo el campo social, impidiendo una visión ética y una misión
democrática en todas las instituciones; ejercitando en un continuo permanente,
la presencia de políticas reaccionarias y de pocas políticas responsables. El
sentido público en esa perspectiva no encuentra 
espacio, sino favorece a los principales actores políticos. Niega los
derechos conquistados. Por ejemplo: la Estrategia Nacional
de Desarrollo, en su Art. 31, numeral 2, señala “Se decidirá sobre la
conveniencia  de modificar el sistema de
cesantía, paralelamente a la creación de un seguro de desempleo mediante el diálogo
de los sectores estatal, laboral y empresarial y respetando los derechos
adquiridos de los trabajadores…”.

Está ahí en la Ley
1-12: Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030. El Poder Ejecutivo  se encuentra ausente, como si no formara
parte de la negociación y los empresarios proponen algo  que no está contemplado en la Ley con  respecto a la cesantía.

Los que tienen Poder juegan frente a la debilidad de los sectores
subalternos, más vulnerables y no son capaces de asumir un liderazgo referente,
que cubra el vacío que se viene incubando en la sociedad dominicana desde hace
tiempo. Ese vacío ha crecido por el miedo; que como dice Zygmunt Bauman, en su
libro Miedo Líquido: “Miedo es el
nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a
la amenaza y a lo que hay que hacer – a lo que puede y no puede hacerse - para
detenerla en seco o para combatirla, si pararla es algo que está ya más allá de
nuestro alcance”.

Ese vacío genera el inmovilismo y el predominio del individualismo que como
cultura hemos desarrollado. ¡Cuando se cierran las llaves y el caudal de agua
es poderosa y las necesidades gigantescas, el eco de una nueva vida encuentra
espacio! ¡Necesitamos una estructuración del Poder y la Política, que no es otra
cosa que comportarse de forma regular y predecible, de acuerdo a las reglas y normas,
donde estructura y acción están relacionadas!


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