Machepa es una de las figuras que al igual que la ciguapa y el cuco, forman parte del ideario dominicano. Se supone que es ella quien ha procreado a los desamparados, a los hijos del infortunio, a los pobres. Precisamente para establecer un parentesco entre éstos fue que inteligente y creativamente el profesor Juan Bosch, un hombre bastante conocedor de la realidad social dominicana, creó esta palabra.
Hoy día, cuando cerca de la mitad de la República Dominicana vive en la pobreza y un poco menos de la tercera de éstos viven en extrema pobreza se entiende que en el pueblo dominicano Machepa es la mujer que tristemente más ha procreado.
Sus hijos duermen debajo del puente, deambulan por las sucias calles dominicanas o lo que es igual o peor, viven en medias casuchas al lado de un contaminado río.
No tienen qué comer, más que las sobras que un día de suerte encuentren en un basurero.
Afortunadamente ya no se enferman, pues su cuerpo es tan insalubre que la enfermedad es su estado natural, por lo que no tienen que visitar hospitales públicos sombríos y desabastecidos donde es seguro que pasarían el "Niágara en bicicleta".
Derechos tan básicos para algunos como la educación, la vivienda, la vestimenta o la recreación no existen para ellos ¡Y es que para las políticas y voluntades públicas ellos mismos no existen!
Tienen medios hermanos y hermanas, que son esos que Machepa procreó, en su segundo matrimonio, con el "pollero". En un principio ellos corrieron más suerte que los primeros, porque a base de criar y pelar mucho pollo su padre logró darle cierta educación y ellos así salieron un poco adelante.
Sin embargo, siguen siendo hijos de Machepa, y esto se evidencia cuando tienen que pagar una de la electricidad más cara del mundo sin siquiera recibirla, cuando son víctimas de alzas de impuestos que paran en los bolsillos de otros, cuando hartos de arriesgar su vida en una guagua de transporte público adquieren un carrito y entonces tienen que vivir comprando gomas pues las calles del país están llenas de hoyos.
Sí, también son hijos de Machepa, por eso aguantan toda el alza de la gasolina, del pasaje y de todos los alimentos y servicios. Entonces tienen que hacer todavía más malabares para sobrevivir porque su sueldo es lo único que se mantiene estático en este intento de país.
Es ahí cuando ante tanta frustración, indignación, abuso y cansancio, ellos pronuncian para sus adentros: ¡Coño, la verdad es que yo soy un buen hijo de Machepa y para colmo mi papá es el pollero!
Pero bueno, que en nuestra República también existen los "hijos de papi y mami", que aunque son los menos en el país valen por los más. Ellos van por la vida y todo lo suyo es una fiesta, nacen en cuna de oro y con el pan debajo del brazo, lo tienen todo, y a todo le hacen fiesta porque nada le cuesta. ¡Ellos sí es verdad que viven como la gente! Y todo porque su papi y su mami tienen poder, ya sea político, económico o religioso.
Por eso, cuando hasta este lado del charco llegan los gritos de "Llegó papá" o "Llegó mamá" somos muchos quienes entendemos que esta llegada nada bueno o diferente a lo ya existente ha de significar, pues tanto uno como la otra gobernarán para sus hijitos y a los hijos de Machepa continuará llevándoselos quien los trajo.
¿La esperanza? Que los hijos de Machepa despierten, pues muchas veces siento que pecan de ingenuos, y es ahí cuando me da deseos de subirme en el banco de la plaza más pública, de la más concurrida y gritarles, así parezca una loca: "Despertad hijos de Machepa y uníos, despertad y basta de confiar y votar por sus verdugos, dense cuenta que el poder del pueblo reside en ustedes y pertenece a ustedes ¡No lo desperdicien! Sino más bien úsenlo para construir opciones de poder distintas a las existentes, esas mismas que lo han ignorado por años, que tienen sus propios hijos y que nunca gobernarían a favor de los hijos de una chopa y de un pollero".
