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Fidias David Cuevas Fidias David Cuevas Author
Title: Crónica de una caravana de campaña electoral que vistió la pobreza de morado
Author: Fidias David Cuevas
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De: Acento.com.do SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En la pasada manifestación de vítores y dinastías, producida en la Ciudad Colonial ...
Crónica de una caravana de campaña electoral que vistió la pobreza de morado
De: Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En la pasada manifestación de vítores y dinastías, producida en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el PLD ha hecho una demostración de fuerza y energía concentrada.

El domingo 11 de diciembre, desde tempranas horas de la mañana, la Ciudad Colonial, la parte más histórica de la ciudad Primada de América, fue sitiada como las viejas ciudadelas romanas en tiempo de gloriosas campañas. La exhibición y el montaje denotaban derroche de recursos y maquinara dispuesta a todo, para no abandonar el Poder.
Banderines desde la calle Duarte, doblando hacia Las Mercedes, morada por todas partes, doblando por la Sánchez, rumbo al malecón, y en cada espacio un puesto de tarima.
La ciudad había sido tomada por el partido en elPoder: Todo morado, pero muy morado, hasta la vista era morada, era una sensación de que las elecciones ya habían pasado y el PLD las había ganado, el sueño profundo del militante rabioso, que trabaja en los mítines con esa sensación de que vale el esfuerzo, porque como quiera se va a ganar.
Un vendedor de aguacate, con la espalda doblada y una caja en la cabeza, molesto por el despilfarro de dinero que se veía, bajo el enfado y con la cara llena de sudor expresa su queja: “Coño, eso es con los cuartos de uno, esta gente no entiende que las elecciones no se ganan haciendo bulla, se gana en las urnas con votos...” Y seguía su camino campante, voceando: “Aguacates, aguacates”…
Un policía de AMET, celoso con su trabajo, le implora a una señora que no estacione su carro en una esquina, “porque tenemos una actividad hoy importante”. Todo eran nervios y emociones.
El escenario estaba montado: Cruza-calles con la foto de Danilo y Margarita y larga cadena de movimientos con sus colores, engalanaban la ruta por donde pronto se darían cita los protagonistas de los grandes contrastes.
En el desfile de las yipetas y los personajes públicos, el ordenamiento era muy curioso porque las yipetas detrás y delante, estaban rodeada de gente traída de las cercanías de Santo Domingo y provincias, el contraste ceremonioso era interesante: incrustadas en el corazón de rostros raídos la larga fila de poderosas yipetas incluían séquitos selectos del peledeísmo dirigencial más representativo: Secretario General, Pared Pérez, luego jefe de campaña Francisco Javier García, juntos Danilo Medina y Margarita Cedeño, luego, porque no hay que perder el toque juvenil y familiar, la esposa del candidato, Doña CandY y sus hijas; otras yipetas y, finalmente, el Presidente de la República solito, solito, como Horacio en sus tiempos, Leonel Fernández.
Es evidente que en la composición no había amenaza dinástica, solo se pretendió demostrar que en el PLD, siempre, pero siempre, hay un orden para todo, orden que el Presidente aprovechó para apoyar desde la retaguardia como símbolo del Poder que todo lo apoya y sostiene.
Pues bien, hacia las 5 de la tarde, masas revueltas disfrazadas de morado, el tránsito había colapsado, nadie podía ni entrar ni salir de la Ciudad Colonial y sus alrededores, los AMET se habían esfumado, brillaban por su ausencia, y los vehículos estaban paralizados, lo que aparentaba tan ordenadito y sacramente morado, se convirtió en un gran caos para los habitantes de la zona, que terminaron siendo rehenes de la maquinaria morada, en el montaje de su espectáculo electoralista.
Mientras entre las calles Santomé y Espaillat, se desarrollaba un fuerte pleito en un puesto de agua, conato de corredera sin que la sangre llegara al río…
En la Avenida México, que bordea la Ciudad Colonial y tiene los puntos clave para su salida y entrada, las guaguas aparcadas esperaban a los provincianos, perdidos en el caos de arriba, queriendo a toda costa, llegar al malecón, a golpe de preguntas y caras de angustias.
Entre 500 pesos y mil por persona se pagaba, confesaba un invitado de Dajabóndesempleado, que mientras intentaba que le indicaran cómo llegar a la avenida México, para poder abordar la guagua que le trajo a la ciudad, afirmaba que al menos viajaba, comía algo, aunque luego votara como le mande su conciencia en el momento, pero que en ese momento su conciencia era el estómago, que era morado por unas horas de alquiler.
La pobreza amplia era notoria, pero se había disfrazado de morada, para salir a las calles y hacer contraste con los símbolos de Poder.
La noche del domingo 11 de diciembre fue cayendo y la plaza Juan Barón casi volvía a su calma, desperdigados, algunos trataron de ver el nuevo proyecto de Roberto Salcedo, Güibia, que ya hace meses lucía banderolas con símbolos partidarios, como presintiendo la marcha de ese día.
Descongestionada parte de la ciudad, el domingo volvía a su ritmo habitual, la resaca de triunfo sin elecciones previa, se convertía en verbo y bandera en las esquinas: “Estamos ganados, no me importa la resaca del lunes...

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